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El precio de querer un hijo.

 
Queremos compartir con todos este maravilloso artìculo de Leticia Espinoza con fotografías de Antonio Ojeda y publicado en el diario “Zócalo de Saltillo”. Una historia real de lo que supone ser padres habiendo sido ayudados en un centro de reproducción asisitida. Al final del mismo se puede también encontrar el enlace al artículo publicado.
 
 

Fotografía: Antonio Ojeda
 

El precio de querer un hijo

 

 

Por Leticia Espinoza | Fotografía Antonio Ojeda | Saltillo, Coah.-Su embarazo no fue convencional, formaban parte de la estadística de parejas con problemas de fertilidad, y para conseguir ser padres hicieron uso de la ciencia, de procedimientos que han creado un debate político, ético, moral y religioso, pero que sin tomarlos en cuenta cada vez más parejas se someten a tratamientos llamados genéricamente “reproducción asistida”, para lograr el milagro de la vida, incluso en laboratorios.

“Ni creas que voy a poder darte hijos”, recuerda que le dijo a Gabriel, porque ella estaba cumpliendo 46 años, aunque en el fondo deseaba que Dios le concediera ser madre.

Su historia fue muy tórrida, él la esperó 11 años. Un día, ella decidió darle una oportunidad; a los tres días le pidió matrimonio; a los siete meses se casaron y, pese a la advertencia que ella le hizo en medio de los preparativos para la boda, la idea de un hijo comenzó a rondar después de casi un año de estar juntos, incluso pensaron en la adopción.

A Margarita le detectaron quistes, habló claro con su ginecóloga y le dijo que le gustaría embarazarse, pero no sintió la seguridad de poder conseguirlo con su asesoría, entonces buscó un experto en biotecnología de la reproducción.

“El mensaje sería que la mujer (es infértil) más que el hombre, pues es donde se da el freno, porque después de los 40 años de edad se acaban los óvulos. La recomendación es que si piensan en una familia lo hagan a tiempo, entre los 25 años de edad, si busca entre los 35 o 38 van a tener menos óvulos”, sugiere el ginecólogo Álvaro Ramos Alvarado.

Asevera que normalmente la edad reproductiva es entre los 25 y 40 años de edad, pero hoy en día cierto porcentaje de parejas retrasa la decisión de tener hijos, ya que primero se dedican formarse, a lograr un buen trabajo, una economía, y empiezan a buscar el embarazo después 30 y 35 años de edad.

Explica que la pareja que ha tenido relaciones sexuales durante 12 meses sin utilizar algún método de planificación familiar y no ha logrado un embarazo formará parte del 10% que recibirá un diagnóstico de infertilidad.

Advierte que problema de infertilidad en Saltillo y en Coahuila es importante, ya que entre más grande es la ciudad, la pareja está sometida a estrés constante, además, tiene mayor número de distractores, como el trabajo en turnos de noche y día, o las adicciones al alcoholismo y el tabaquismo, que también pueden ser causas de infertilidad.

“A medida que ha aumentado la población ha aumentado la cantidad de parejas que veo con problemas de infertilidad. Yo ya tengo 28 años y este tiempo hemos visto que la incidencia ha aumentado. Normalmente, si nosotros tenemos una población sexualmente activa de 100 mil, 10 mil parejas tendrán el problema que puede llegar a ser de salud pública, que implicará un gasto económico y de sentimientos”, dice.

Tan sólo en un mes el especialista en ginecología y biología de la reproducción puede ver unas 100 parejas entre los 30 y 35 años de edad con alguna problemática de infertilidad.

Un 40% de la infertilidad en las parejas se presenta debido a un problema de ovulación, en el cual a la mujer se le brinda un tratamiento para que ovule de manera regular; otro de los problemas está relacionado con obstrucción de las trompas de Falopio, el cual se presenta en un 20% en la pareja, para lo cual se requerirá hacer una operación para desobstruir o una fertilización in vitro, cuando no se puede revertir esta obstrucción.

Además, existen otras causas como la endometriosis, tiroides, algunos problemas de ovario poliquístico. La infertilidad también afecta al hombre en un 40% y se da cuando los espermatozoides no tienen una buena movilidad, cantidad o morfología, por lo tanto no pueden fertilizar al óvulo.

PROCESO LENTO

“Separé cita, y hasta dentro de dos semanas me la dieron, a mí se me hizo eterno, se llegó la fecha, otra vez traía un quiste y con un solo tratamiento se fue, en esa misma cita le dije que yo planeaba embarazarme y dijo -primero te quito el quiste–”, cuenta Margarita.

En su segunda cita, cuando el quiste había desaparecido, el especialista le recomendó que lo más seguro para ella sería una donación de óvulos, porque los que su cuerpo producía eran de maduros a viejos y era posible que el bebé naciera con problemas o no se lograra:

“Sinceramente me agüité bastante, ¿de dónde voy a conseguir una donadora de óvulos?, pero un día se reúnen todas las mujeres de la familia y yo, con toda la libertad lo comenté. Salta mi sobrina, ella se iba casar y dijo que lo platicaría con su prometido, en la semana vinieron a decirnos que sí, yo lloré mucho de la emoción”, recuerda.

Después de unos meses de tratamiento, tanto para la donante como para la donadora –inyecciones para que produjera mayor cantidad de óvulos, que la joven sufrió como si fueran dolores premenstruales, el especialista les dio una cita en una clínica especializada ubicada al norte de la ciudad para extraer los óvulos y el esperma del esposo de Margarita.

Sólo cuatro óvulos fueron fecundables a través de la fertilización in vitro, a los cuatro días a Margarita le realizaron el implante de tres embriones. No se esperaba que el proceso fuera tan delicado, suponía que podía ir a trabajar, pero al contrario, estuvo en cama durante una semana casi sin moverse; a los 15 días se le hizo el examen de sangre para saber si estaba embarazada, el resultado fue positivo, al mes se hizo el eco donde vio por primera vez a su bebé; los otros dos no sobrevivieron.

Ramos Alvarado explica que los tratamientos de infertilidad son distintos: inducir la ovulación en la mujer con medicamentos; al hombre también se le pueden dar tratamientos médicos o preparar los espermatozoides en laboratorio para darle mayor fuerza y movilidad y llevarlos a la matriz a través de una inseminación artificial.

Una alternativa más es la fertilización in vitro, cuando las trompas no están permeables, los espermas son muy débiles, entonces la fecundación del óvulo con el espermatozoide se da en el laboratorio, para luego regresar el embrión al útero. Una variante de este procedimiento también se da cuando el hombre produce menos de 50 mil espermatozoides requeridos para la fecundación, lo que se hace es inyectar un solo esperma al óvulo en el laboratorio.

FINAL EXITOSO

Expresa que los tratamientos llevan un porcentaje de éxito: “tienen que entender que aproximadamente, por ciclo ovulatorio, por cada mes, vamos tener un 23 y 35 de probabilidad de embarazo. La pareja se deprime, se desespera, y a veces en lugar de tener fe y fuerza suspenden el tratamiento y tardarán más tiempo en conseguir el embarazo”.

Actualmente, sólo el 60% de las parejas se mantiene constante en un tratamiento y el otro 40% lo suspende.

Ejemplifica que si en la reproducción natural se tuviera 100 parejas sexualmente activas, el primer mes sólo el 10% se embarazaría, pero a través de los tratamientos se está logrando un 35% de fertilización en el primer mes.

“Siempre deben tener mucha fe, porque finalmente Dios es el que nos da la oportunidad de lograr una vida; mucha constancia para venir cada mes para ver el progreso en sus tratamientos”, menciona.

El estudio “Análisis del mercado de infertilidad en México 2013” señala que los procedimientos de fertilidad se dividen en baja y alta complejidad. El coito programado o reproducción asistida se considera tratamiento de baja complejidad, al igual que la inseminación artificial con donación de semen. El costo del tratamiento puede ir desde los 6 mil a los 10 mil pesos.

Entre los procedimientos de alta complejidad se encuentran la fecundación en el laboratorio y la ovodonación, la cual consiste en que una mujer sana en edad reproductiva done óvulos para ser fecundados. En este último rubro la probabilidad de éxito es de un 80 por ciento. Los costos de este tratamiento pueden ir de los 30 mil a los 100 mil pesos.

El “Análisis del mercado de infertilidad en México 2013” también refiere que hay tratamientos de 10 días que constan de medicamentos orales o inyectados y pueden costar hasta 200 pesos, pero en cuestión de accesibilidad el sector salud, con IMSS o ISSSTE, únicamente cuentan con procedimientos de baja complejidad, en los que tienen un portafolio con siete medicamentos para combatir la infertilidad.

Revela que ciudades como el Distrito Federal, Guadalajara, Monterrey, Tijuana, Morelia, Puebla, Querétaro y Ensenada, y entidades como Sinaloa, Guanajuato, Tamaulipas y Coahuila, cuentan con clínicas privadas con avanzadas tecnologías para realizar procesos de reproducción asistida.

“Nos endeudamos por un carro, por una casa, ¿por qué no por un hijo? Pues qué tiene, es familia. Yo sé que muchas mujeres pensarán que no se puede, pero durante mi embarazo conocí unas ocho personas que se hicieron el tratamiento”, dice Margarita.

El tratamiento de Margarita fue costoso debido al tipo de procedimiento que se le practicó, los denominados “de alta complejidad”. Hace poco hizo cuentas junto con su marido y gastó 10 mil pesos por el tratamiento que se le inyectó a la donante de los óvulos, medicamentos hormonales que produce una mujer embarazada como progesterona y otros para controlar otros padecimientos.

Llegó a invertir unos 2 mil 500 por quincena durante el embarazo, y finalmente 38 mil pesos de la extracción, fecundación en laboratorio y el implante del embrión. A esto le agregó los gastos de hospitalización para la cesárea, en total, dice, unos 120 mil pesos.

Mientras en Coahuila el embarazo en adolescentes se ha convertido en un problema de salud pública, otra problemática crece en silencio en las parejas mayores de 35 años: la infertilidad.

Un padecimiento que al implicar el uso de tratamientos médicos y procedimientos científicos, que muchas veces son procedimientos tecnológicos complejos y costosos, deja a un buen porcentaje fuera de esta posibilidad.

El doctor Ramos Alvarado señala que a Saltillo acuden parejas de Monclova, Piedras Negras, Acuña, porque en estas poblaciones del norte no hay centros dedicados a la reproducción, para poder hacer inseminación o fertilización in vitro.

Considera que más de un 20% de la población con problemas de infertilidad no puede acceder a un tratamiento, entre otras causas por las económicas.

Al norte de Saltillo existen por lo menos dos clínicas de fertilidad particulares, así como en el Hospital Universitario, aunque en este último aún no se practican tratamientos de alta complejidad como la fertilización in vitro.

“Tenemos un problema: las políticas privilegian el factor económico, costos, igual que los otros hospitales. No es problema de salud pública, pero deberíamos garantizarles el acceso a estas clínicas porque son caras; nuestros precios no son muy diferentes. La inseminación oscila alrededor de unos 50 mil pesos”, refiere el ginecólogo Antonio Delgado Rosas, del Hospital Universitario.

El ginecólogo y también abogado dice que en términos de legislación la “reproducción asistida está regulada” hasta cierto punto, en el sentido de mantener en el anonimato la donación de óvulos o esperma, precisamente para que en efectos legales la madre sea la que gesta, independientemente de los donadores.

El informe del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) puntualiza que, en México, la emisión de la normatividad aplicable a los servicios de salud, específicamente los de reproducción asistida, es competencia federal y, con fundamento en el artículo 73 constitucional, corresponde a la Ley General de Salud establecer las bases para su regulación.

El artículo tercero de dicha ley establece que el control sanitario de la disposición de órganos, tejidos y células es materia de salubridad general.

Sin embargo, a pesar de lo anterior, en México no se cuenta con una regulación en la materia, de ahí la importancia de que en el Congreso de la Unión se discuta y establezca la normativa que regule los aspectos generales del acceso y provisión de los servicios de reproducción humana asistida, así como la emisión por parte de la Secretaría de Salud federal de una norma oficial mexicana que establezca las disposiciones técnicas en la materia, pues se calcula que existen unos 60 establecimientos dedicados a este tipo de procedimientos, donde manejan células progenitoras (espermatozoides y óvulos), así como embriones.

GIRE refiere que en los últimos años se han presentado iniciativas en ambas cámaras del Congreso con el propósito de normar la reproducción asistida, sin embargo, hasta el momento ninguna ha sido aprobada. Detalla que algunas de esas iniciativas, lejos de proteger plenamente los derechos humanos de las personas, pretendían otorgarle personalidad jurídica al embrión, reconocer únicamente familias de parejas conformadas por un hombre y una mujer, o limitar de forma excesiva el acceso a los servicios de reproducción asistida.

Otras iniciativas, más adecuadas, proponían una regulación integral de la materia, fundamentada en los derechos humanos y la evidencia científica.

Únicamente en el periodo comprendido entre abril de 2008 y diciembre de 2012 se habían presentado en el Congreso de la Unión por lo menos ocho iniciativas para reformar la Ley General de Salud y abordar ahí el tema, así como la propuesta de creación de dos leyes específicas: la Ley de Reproducción Humana Asistida y la Ley de Subrogación Gestacional. En septiembre del 2013 nuevamente se presentó otra iniciativa sobre reproducción asistida, pero como en la mayoría de los casos, se mantiene en la congeladora.

En Coahuila, el Ejecutivo del Estado ha puesto sobre la mesa la iniciativa de maternidad subrogada o vientres de alquiler (que sólo se aplica en Tabasco), así como otras que privilegian los derechos reproductivos de la mujer, sin embargo, actualmente el acceso a tratamientos de fertilidad únicamente privilegian a parejas o mujeres con poder adquisitivo.

Milagro divino

Más allá de las leyes que no van a la par de la ciencia y de las deudas que tuvo que adquirir para ser madre, Margarita está convencida de que en su embarazo, la ciencia, pero sobre todo Dios, intervino, pues el tratamiento de fertilidad al que se sometió es uno de los más riesgosos y complejos.

“Dios está sobre todas las cosas, por Dios estamos aquí, pero también por Dios están los médicos y también por Dios está la medicina, son medios que nos ha puesto para ser mejores, para crecer como humanidad, y lo que Dios ha permitido es una maravilla, un milagro, se valió de la ciencia para que yo pudiera tener a mi bebé”.

Mientras observa a su hijo Alberto y recuerda cómo fue su embarazo, las noches en que su esposo jugaba a poner la mano sobre su vientre, y cómo el pequeño iba de un lado otro buscándolo, hasta quedarse quieto justo donde él la detenía, dice:

“Esto me recuerda la historia del hombre que está tirado en el mar después de un naufragio. Dios le manda una lancha y no se sube, un madero y no lo toma, por fin llegan los rescatistas y no se sube porque Dios lo va a salvar. Todos esos son instrumentos que usó para a salvarlo, le dio tres oportunidades y no las tomó. Nosotros nos casamos ya grandes, cómo voy a esperar que mi naturaleza me ayude, ya soy vieja, aunque odio esa palabra, sin embargo, soy recipiente de Dios y Él tuvo a bien ponerme lo que se necesitaba, a la semilla que hacía falta y ahora soy tierra fértil”.

Su bebé ahora tiene 9 meses. Después del embarazo dejó de ovular, pero en marzo de 2015 de nuevo se pondrá en manos de la ciencia y de Dios para el implante del embrión que mantienen en congelación, aquí en Saltillo.

 

http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/el-precio-de-querer-un-hijo-1421091157

 

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