La ONU señaló hace un mes a México como el país que tiene el mayor número de casos de covid-19 en mujeres que cursan un embarazo.
El dato no es de ninguna manera trivial porque existen diversas interpretaciones que se pueden derivar del dato duro.
En primer lugar, cabe mencionar que somos un país en el que las cifras de embarazo no planeado siguen siendo anormalmente elevadas para un país con nuestro nivel de desarrollo, es decir, que las mujeres no tienen a su alcance métodos de control de la fertilidad de forma oportuna.
No parece razonable pensar que en plena pandemia, con las consecuencias económicas concomitantes, las personas estén deseando tener descendencia, más bien estamos siendo testigos de una falla estructural del gobierno para poner al alcance de hombres y mujeres los medios anticonceptivos que la mayoría conocemos.
También traduce que no existen los medios educativos ni materiales para que las mujeres puedan elegir libremente entre continuar una gestación o interrumpirla; baste señalar la cantidad de complicaciones y muertes maternas por covid-19, con cifras, también, anormalmente altas, además asociadas a enfermedades de la mujer previas a la gestación. Como ejemplo podemos citar a la mujer que vive con diabetes, sin acceso expedito a métodos de planificación familiar, que resulta embarazada durante la pandemia y a la que nadie le ofrece la posibilidad de interrumpir de forma temprana y segura el embarazo.
No hay que ser genio para predecir la catástrofe de una muerte materna. Esa es la posible interpretación del hecho y, por supuesto, no vislumbro solución pronta porque, adicionalmente no estamos destinando dosis de vacunas para ellas.
Urge asumir a nivel nacional la discusión del mecanismo razonable para que las mujeres que cursan un embarazo puedan decidir vacunarse.
En este espacio ya hablé sobre la decisión de la industria farmacéutica que no permitió incluir a este grupo de personas en los protocolos de fase III, pero ahora es la sociedad la que debe ofrecerles la posibilidad de la protección frente a la epidemia.
*
Por supuesto, debe mediar una amplia explicación respecto de riesgos y beneficios de la aplicación del biológico y quizá evitar la aplicación en el primer trimestre de la gestación, pero, finalmente, deben ser ellas quienes tomen la decisión frente a una emergencia sanitaria que cada día cobra más víctimas en una población como la de México.
La agencia norteamericana de seguridad de los medicamentos (FDA) está optando por ese camino frente al problema y francamente parece razonable.
Por supuesto esto implica que en la planeación y distribución de las escasas dosis de vacuna se contemple una cantidad proporcional para este fin. Resulta difícil explicar estos hechos a la población, pero justamente una de las funciones sustantivas del Estado es la comunicación social, que, por cierto, ha sido amplia respecto de los hechos centrales de la pandemia, pero resulta francamente imposible que una sola persona tenga la capacidad y el tiempo para manejar la pandemia y además comunicar cada detalle con el nivel necesario. Es urgente discutir el tema en profundidad.
Fuente: https://www.excelsior.com.mx/opinion/raymundo-canales-de-la-fuente/embarazo-y-covid-19-en-mexico/1426241