Abordar tratamientos desconocidos, donde no se aterriza racionalmente la idea, donde no logro definir la línea en que se funde entre la ciencia y la magia, donde dos células se volverán una en el laboratorio y que esa unión es un hijo mío, provoca incertidumbre, estrés, dudas, temores, y angustias de todo tipo.
El miedo nos aborda fácilmente al no tener una clara información y donde el lenguaje técnico de la ciencia me confunde: se habla de porcentajes, protocolos, folículos, óvulos, espermas, estradioles, punciones, transferencias, nombres y situaciones desconocidas que no entiendo de que se tratan.
La explicación centrada y clara de un especialista que me dé la confianza y el tiempo para elaborar todos mis comentarios y dudas, disipa mis temores, angustias e incertidumbres.
El deseo de tener un hijo es tan profundo que nos hace posponer mil situaciones de nuestra vida cotidiana, somos capaces de pasar por alto situaciones laborales, personales, familiares y hasta a enfrentarnos a desprendernos de una cantidad económica.
El miedo más profundo en los tratamientos de fertilidad es no alcanzar el embarazo, donde la ilusión y la esperanza se diluyen y se degradan. Pero finalmente, la satisfacción de tener tu bebé, es algo que sobrepasa todos los miedos posibles y que nos permite abordar con fortaleza, fe y esperanza el éxito en el tratamiento.
Fdo. Dra. Dorantes (Psicóloga)